lunes, 17 de marzo de 2008

Única: Kristel, una palabra mágica.


Soledad Bacarreza
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La estupenda actuación de Kristel Köbrich en el Sudamericano de Sao Paulo es la mejor que ha tenido nunca un nadador del país. En todas sus pruebas fue garantía de medalla, casi todas de oro. Monopolizó las pruebas de fondo y se acercó a su objetivo principal, que es lograr un cupo en aguas abiertas para los Juegos de Beijing. Una prueba que se agrega por primera vez al programa olímpico y que reunirá a las mejores 25 maratonistas acuáticas del mundo.

Los cinco kilómetros que ganó en Sao Paulo, más los otros diez del día subsiguiente, no parecieron afectarle para las pruebas en la piscina. Con toda facilidad ratificó sus marcas olímpicas en los 400 y 800 metros libre, a estas alturas, casi pruebas de velocidad para ella y de difícil acceso a una posible final olímpica. No así en distancias más largas, donde la chilena ya fue finalista en los 1.500 metros libre del Mundial de Melbourne 2007. Lo malo es que, al no ser ésta una prueba olímpica -el COI sigue siendo algo anticuado y errático en sus criterios hacia la capacidad de las mujeres-, Kristel se ve obligada a buscar alternativas más asequibles para sus condiciones. Y es así que llega a los 10 kilómetros. La única oportunidad que tiene de lograr ese cupo es en mayo próximo, en el Mundial de Sevilla.

Pero la actuación de Köbrich en Sao Paulo también es el baño de ego que le hacía falta luego de su fracaso en los Panamericanos de Río, donde no pudo defender su bronce en los 800 metros. Su ánimo se vino al suelo. Perdió parte importante de su sueldo mensual y lloró, rabió y se devolvió calladita a analizar qué estuvo mal. Siguió levantándose a las 4:30 horas todos los días; yendo a hacer pesas en la tarde y volviendo a la piscina antes de regresar muerta de cansada, nada más que para comer y dormir. Casi lo único que hace es entrenar. Así es como logró recuperar su estatus de estrella e incrementar el aporte mensual que otorga el Proddar por medallas ganadas. Si no fuera porque en el Sudamericano se gana el sueldo, estoy segura de que estaría compitiendo en Europa. Con todo, el camino de Kristel hacia los Juegos Olímpicos será siempre el doble de duro que el de cualquier nadador de otro país. Ella está sola, no tiene equipo ni grupo que la acompañe. Nadie con quién compararse en el día a día. Y está en un deporte donde el dopaje arrasa. A Köbrich se le avecinan unos Juegos duros, donde es probable que no alcance ninguna final. Donde, de clasificar para la maratón, tendrá que decidir hacia dónde enfoca su preparación, si a las pruebas más cortas o a los diez kilómetros. Lo más probable es que Kristel no gane medallas en Beijing, que seamos duros con ella y que nos olvidemos de que algunas nadadoras famosas, como Inge de Bruijn, a veces tampoco llegaron a una final olímpica. Kristel tiene 22 años e Inge ganó sus primeras medallas recién a los 25 en Sydney 2000, después de ser eliminada en sus dos finales en Barcelona '92 y de no haber clasificado a Atlanta '96. Sea cual fuere su lugar en Beijing, Köbrich es única, por su mentalidad luchadora y por sus condiciones. Y tiene para éstos y dos Juegos más.

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